Una desaparición involuntaria y
forzosa, ya común en nuestra vida diaria, nos había impedido mantener la
semanaria entrevista con tan privilegiados lectores ¡el hurto de los cables de
CANTV e internet en nuestra urbanización!
En
razón de ello, y dado que todas nuestras diarias actividades, no solo ésta
situación que nos impidió comunicarme,
ha devenido de la coyuntural, extrema y novísima situación de
hiperinflación por la cual estamos actualmente atravesando, hemos considerado
conveniente iniciar una serie de artículos en los cuales vincularemos a los
tributos, desde sus orígenes prehistóricos, hasta nuestra superhiperinflacionaria
vida actual, que vivimos, muy especialmente, no los venezolanos, sino los que
habitamos en Venezuela.
La
concepción de los Impuestos tiene su origen en las primitivas y primigenies
sociedades del homo sapiens,
refiriéndose dicho término a los que poseen tanto las características
anatómicas y fisiológicas de las poblaciones humanas actuales, donde, dentro de
esas primeras formas de organización social, necesitaban, de una persona que
dirigiera los destinos del grupo, en función
de la coherencia necesaria del grupo para su alimentación, manutención
y defensa.
Surge
así la imperiosa, obligatoria e inevitable necesidad de, quienes dirigían esos
clanes u hordas, como primeras formas de organización social, de imponer normas de conducta dentro del
grupo social, a los solos fines de mantener la organización del grupo social,
es decir, en principio la imposición surge con fines de mantener unida una
organización social, al grupo humano, horda o clan.
La
evolución de éstas primeras formas de organización social, en grupos sociales
mucho más organizados estructuralmente, en tribus, pueblos y ciudades,
evidentemente mantuvo es necesidad de que quienes tuvieran en la posición de
dirigir a esos grupos sociales, tuvieran que disponer, inmaculadamente, del
poder de imposición, desde sus envidiables posición de poder. Así, quienes
detentaban el poder del grupo social, no sólo establecían las obligaciones que
a cada miembros del grupo social les correspondía, sino que a la par de dirigir
ejercían, simultáneamente, el poder de mando sobre el grupo social, lo que a la
postre, y con la evolución de la sociedad, trajo como consecuencia inevitable, el
establecimiento del poder como forma de imposición, es decir, que de sólo imponer o establecer obligaciones en ciertas y determinadas actividades (en
las hordas o clanes) se pasara, con la evolución, a ejercer el mando, dentro del grupo social, con lo que surge así la
indisoluble relación entre la imposición (lo impuesto) derivado, consecuencialmente, con el ejercicio del poder, que dieron nacimiento a el poder de imposición o la imposición del poder, que, según
nuestro criterio, son expresiones disímiles y contrapuestas, no menos cierto es
que de ambas concepciones etimológicas surge ese elemento etéreo, invisible,
inoloro, incoloro, denominado el poder,
del cual el impuesto es. evidentemente, una consecuencia inmediata del
ejercicio de aquél.
Así,
surge el impuesto como una derivación
del ejercicio del poder, y ya con la continua evolución de las hordas en
clanes, tribus, pueblos y ciudades, el
impuesto a la par que van evolucionando esas distintas formas de sociedades
u organizaciones sociales, también va evolucionando, lo que de suyo trae como
consecuencia la evolución de los impuestos, en principio en distintas formas de
pago, y, más modernamente, no sólo en distintas formas de pago, sino en
distintas formas y tipos de impuestos.
Primigeniemente,
en esas primeras formas de organización social, los impuestos surgen como una necesidad de imponer obligaciones a determinados sectores de la sociedad, como
por ejemplo los oficios domésticos propios de la tribu a las mujeres y la
cacería y defensa de la tribu a los hombres, pero con la evolución de la tribu
a pueblo, surge también la evolución del impuesto, y ya en los pueblos no solo
se impone a la mujer otro tipo de obligaciones (elaboración de ropa, y,
consecuente, elaboración de los uniformes de los soldados para la defensa, la
conquista de otros territorios y la guerra) sino también a los hombres (como la
obligación de cumplir el servicio militar como una forma de engrosar los
ejércitos para la defensa del pueblo y para la conquista de otros pueblos), de
lo que se deduce la importancia no del impuesto, sino de quién detenta el poder
dirección y de mando, de allí, quién detenta el poder, impone, manda, y es
quién detenta el poder el que impone los impuestos.
Abog.
MSc. Víctor Manuel Rívas Flores
Coordinador del
Post-Grado en Gestión Aduanera y Tributaria
Dirección
General de Estudios de Postgrado
Universidad José Antonio Páez
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